La increíble historia del sudafricano Achmat Hassiem
En agosto del 2006, Achmat Hassiem y su hermano menor, Taariq (17 años), apasionados por el surf, estaban en la playa de Muizenberg, cerca de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En un momento, Achmat percibió que se acercaba a su hermano un tiburón blanco. Ante el riesgo, no dudó en socorrerlo.
“Vi algo con el rabillo del ojo, una sombra, y pensé que era una foca o un delfín, pero de pronto vi su aleta salir del agua…”, recuerda Achmat. “Un tiburón blanco de cuatro metros y medio se metió en la bahía y fue directo hacia mi hermano. Mi labor como hermano mayor fue protegerlo”, añadió.
¿Qué hizo entonces Achmat?
Se acercó al tiburón para intentar desviar la atención hacia él y proteger a Taariq, mientras gritaba a los guardavidas para que sacasen a su hermano del agua. “Les gritaba que saliesen con el barco por él, que estaba en peligro, pero no entendían lo que les decía. Entonces empecé a chapotear para distraer al tiburón, alejarlo de mi hermano”, recuerda Hassiem. “Yo sabía que a los tiburones les gusta atacar desde abajo, pero no atacó, me golpeó con su cuerpo y empezó a girar alrededor de mí”, cuenta. En ese momento perdió de vista al animal, pero de repente lo vio venir con la boca abierta.
El tiburón le agarró la pierna derecha y lo arrastró 50 metros debajo del agua. Sólo se pudo liberar cuando escuchó que se rompía la pierna: “Noté que mi pierna no se movía y cuando miré hacia atrás vi por qué: de la rodilla para abajo estaba en la boca del tiburón. Lo único que pensaba era en alejarme de su boca. Empujaba con la mano sobre su boca e intentaba poner mi pierna derecha sobre su cabeza para empujar, pero vi que la mitad de ella estaba en su boca y la empezaba a sacudir violentamente hasta romperla. Fue terrorífico sentir cómo mi pierna se desgarraba, pero no noté dolor en absoluto, estaba en shock total”, explica.
Antes de lograr liberarse, el tiburón intentó arrastrarlo hasta el fondo del mar: “Me sacudió una vez más e intentó llevarme hacia abajo. Pensé que iba a morir, empecé a dejar de oír el motor del barco de salvamento y me empezaba a faltar el aire, pero decidí luchar y empecé a golpear con mis puños el cuerpo del tiburón. Entonces me sacudió dos veces más y en la segunda se oyó el crujido, incluso bajo el agua, de mi pierna al separarse de mí”.
Achmat nadó lo más rápido que pudo hacia la superficie para pedir auxilio y ser atendido urgentemente. Logró que su hermano saliese ileso. A pesar de haber perdido parte de su pierna derecha, insiste en que lo volvería a hacer. “Lo más importante era la vida de mi hermano. Perder una pierna no es nada. Lo que no habría podido superar nunca es la pérdida de él”, sostiene. “Me cambió la vida, sí, pero desde entonces me han pasado muchas cosas buenas. Por ejemplo, estoy en unos Juegos Paralímpicos“.
Con tan sólo 24 años, y con toda una vida por delante, Achmat empezó la rehabilitación y aprendió a caminar con la prótesis. A pesar de lo sucedido, se pintó las aletas de un tiburón en su prótesis. Como si se tratara de un trofeo de guerra.
Su fuerza de voluntad hizo que solo 2 años después del ataque participase en sus primeros Juegos, los de Beijing. Si bien no consiguió medalla, sí cumplió su sueño.
A los Juegos Paralímpicos de Londres fue con la intención de alcanzar el podio. Su lema es:“Cuanto más sudes en un entrenamiento, menos sangrarás en la batalla”. Y tuvo su recompensa. Ganó la medalla de bronce en los 100 mariposa. Cuántas historias maravillosas que nos depararon esto Juegos Paralimpicos…
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